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El cooperativismo es un fenómeno mundial; se estima que existen:
“aproximadamente, 800 millones de integrantes en más de 100 países de todo el mundo y
representan el sustento de más de 3 000 millones de personas: 49 mil cooperativas financieras
prestan servicios a 177 millones de socios en 96 países” (Bautista Galicia, 2012, p.7). Lo
anterior ejemplifica el alcance que ha tenido este movimiento.
El cooperativismo se considera como un movimiento social. Coope Ande (2018),
afirma que: “El cooperativismo es un movimiento social que fomenta la asociación voluntaria
de personas que buscan su beneficio y el de su comunidad” (s. p.), lo que promueve la
hermandad voluntaria de socios, para lograr un beneficio común. Además, son
organizaciones sin fines de lucro, regidas con el principio de igualdad entre todas las personas
involucradas, quienes ostentan los mismos derechos y deberes.
Según Herrera y Mahecha (2018), es necesario que los recursos: “Se usen de manera
eficiente en la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos y contribuir a que la
deliberación pública no se distorsione por las presiones de intereses particulares” (p. 40).
Como el movimiento cooperativista busca el beneficio de todos sus agremiados, se debe
gestionar la información de la entidad.
Para ofrecer claridad en la manipulación de los datos a los beneficiarios es importante
realizar este proceso de una manera seria, ordenada y comprometida, mediante un plan
estratégico. Con transparencia, la organización da a conocer ante la sociedad cómo actúa y
evita así posibles críticas o juicios de valor.
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