El caudillo y la catedral

Qué tristeza temer la libertad. Qué agonía pensar en que no piensas. Qué desdicha entender el poder como coacción. Qué pesar que te hagan dudar de creer en lo que crees. ¿Por qué creerse dioses si sólo hay un Dios?Esa mañana Cándido Sufrido salió temprano, tenía días de estar luchando con el deseo d...

Descripción completa

Autor Principal: Kusial Singh, Lucía
Formato: Artículo
Idioma: Español
Publicado: Cultural Maga 2012
Materias:
Acceso en línea: http://revistas.utp.ac.pa/index.php/maga/article/view/272
http://ridda2.utp.ac.pa/handle/123456789/2662
Sumario: Qué tristeza temer la libertad. Qué agonía pensar en que no piensas. Qué desdicha entender el poder como coacción. Qué pesar que te hagan dudar de creer en lo que crees. ¿Por qué creerse dioses si sólo hay un Dios?Esa mañana Cándido Sufrido salió temprano, tenía días de estar luchando con el deseo de hacerle alguna que otra pregunta al Padre que habita los cielos. Subió las escalinatas que conducían al pórtico de arco imponente de capiteles barroco. Cada peldaño que avanzaba lo acercaba más a tres grandes por-tones de maderas anchas, macizas, desvencijadas, castigadas por el tiempo. Sin embargo, exhibiendo majestuosidad y alarde de la historia escondida. El Padre, El Hijo, El Espíritu Santo. Vio en lo alto el campanario, tanto brillaba que el viento enamorado lo mecía suavemente, bamboleándolo a su antojo. Sufrido se detiene a la entrada.