Sumario: |
Precisamente el tema acerca del impacto sociocultural de la migración
nicaragüense en la sociedad costarricense ocupa de forma incipiente
las agendas académicas y de opinión pública. El reconocimiento de dicha
dimensión pasa por la valoración en torno al resultado de la relación cotidiana
entre ambas poblaciones, la interdependencia que por años ha sido
elaborada “desde abajo” por familias y comunidades que han tejido lazos
que trascienden y superan las fronteras físicas entre ambos países, lo que
pierden y ganan como resultado de compartir vivencias, tradiciones y costumbres
o lo que motiva a la población migrante a recrear lazos y estrategias
de integración en una sociedad que no es la propia.
Como resultado de estas estrategias, tal vez deliberadamente y sin
mucho cálculo, prácticas asociadas con el uso del espacio público han empezado
a ser reconocidas como parte de la presencia migrante nicaragüense
en Costa Rica. Tales prácticas se hacen más evidentes, quizá por el impacto
visual que representan, en el centro de la ciudad de San José (capital
costarricense) en donde espacios públicos como parques (El parque
Central, el Parque Braulio Carrillo, conocido como Parque de la Merced,
La Plaza de la Cultura), bulevares (Bulevar de la avenida central), e iglesias
(iglesia de La Merced, Catedral, iglesia de la Soledad, etc), son visitados
asiduamente por un buen porcentaje de hombres y mujeres migrantes.
En esencia, constituyen prácticas sociales, culturales y comunicacionales
de un conglomerado poblacional que construye una vida urbana “no
oficial”.
|