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Cada ser humano genera constantemente miles de datos y se vive en una época en la que las personas son bombardeadas con información todo el tiempo. La interpretación de esos datos por el usuario depende de la forma en la que estos se presenten. No obstante, ¿Cómo se plasman las emociones, lo abstracto, lo no cuantificable? ¿Qué papel desempeña el diseño gráfico en responder a estas preguntas?
En el campo creativo empresarial, la capacidad de explicarle a un cliente o gerente que los
procesos en un proyecto no son sólidos o independientes entre sí, sino que se traslapan, representa una tarea diaria que usualmente es difícil de emprender sin tener acceso a la técnica de visualización correcta. Cada día, las grandes compañías de diseño incorporan metodologías Agile para el desarrollo de sus proyectos, cuyos fundamentos consisten en que los individuos y las interacciones están por encima de los procesos/herramientas y que la capacidad de
respuesta al cambio está por encima del seguimiento de un plan. El Instituto de Coordinación de Proyectos de Estados Unidos reportó en el 2017 que un 71 % de las organizaciones en el ámbito global utilizan una metodología Agile (PMI, 2017). Esto quiere decir que se promueven los procesos orgánicos y los equipos líquidos, de modo que la visualización correcta de una propuesta de trabajo puede significar la diferencia entre un proyecto exitoso y un fracaso.
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