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Si bien en Costa Rica el mercado de pequeños rumiantes como ovejas y cabras se comercializa de manera rústica y local, el uso de estos animales trae una serie de ventajas en la explotación silvopastoril, por la fertilidad de la tierra, el rendimiento de los cultivos y las ganancias generadas por la leche, carne y piel, entre otros; sin embargo, la introducción de los ovicaprinos en zonas endé- micas podría afectar la actividad, ya que se exponen al contagio y diseminación de enfermedades trasmitidas por agentes y sus vectores. Dada esa migración de los pequeños rumiantes a zonas endé- micas, en 2013, el laboratorio de Análisis Clínico de la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional (EMV-UNA), reportó el primer hallazgo de hemoparásitos en un hato ovino trasladado a Guápiles. En ese momento, los animales presentaban signos comunes y su abordaje inicial se relacionó con la presencia de parásitos gastrointestinales.
Es por esa razón que en el 2016, la investigadora Rose Mary Huertas, del laboratorio de Análisis Clínico
de la EMV-UNA, propuso el proyecto de investigación “Diagnóstico molecular de hemoparásitos
como Babesia spp., Theilera spp. y Anaplasma spp., presentes en pequeños rumiantes de Costa Rica”. El objetivo del estudio consistió en desarrollar una técnica o protocolo molecular que permitiera el diagnóstico certero, en relación con las enfermedades antes citadas.
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