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El municipio de San Carlos, perteneciente al departamento de Río San Juan, forma parte de
la Reserva de Biosfera Río San Juan (Vallecillo, 2018), nombre con el que se le conoce en
la actualidad al conjunto de Áreas Protegidas del Sureste (Decreto no. 66-99, 1999). Toda
esta región, y en lo particular Río San Juan, ha transitado por profundos cambios históricos en
materia ambiental y social (Equipo Envío, 1983). Estos cambios estuvieron ligados con fuerzas
económicas y políticas del siglo XX, e indudablemente tienen relación con el actual contexto
económico, social y ambiental del territorio.
Desde el origen del conglomerado de Áreas protegidas del Sureste (finales del siglo XX), uno
de los componentes de manejo de todo el territorio ha sido “el desarrollo económico sostenible
y la conservación de los recursos y potenciales naturales de la región, en armonía con los
objetivos nacionales” (Fundación Amigos del Río San Juan y Ministerio del Ambiente y de los
Recursos Naturales, 2010, p. 18). A pesar de ello, es fácil percibir que dicho componente no se
ha operativizado y que el potencial ambiental se ha descuidado demasiado.
En la zona de amortiguamiento, donde se localiza San Carlos, después aún de los conflictos
bélicos, tenía un gran potencial forestal. No obstante, el bosque poco a poco fue desplazado,
arrastrando consigo la pérdida de biodiversidad y la base para desarrollar el territorio aprovechando
su potencial.
De acuerdo a Offen (1992), el aprovechamiento de Productos Forestales No Madereros pudo
haberse incorporado a una estrategia de manejo integral del territorio, que contribuyera a su
desarrollo. En un momento, por su abundancia, fueron de mucha relevancia para el campesino,
pues reportaban una ayuda económica, ya que sustituían a productos tradiciones ofertados en
los mercados (p. ej. el zinc era sustituido por hojas de palmeras de la zona). Otras materias
primas, como el bejuco de mujer y el bejuco de hombre (producto conocido como mimbre), se
comercializaban en la zona; eran vendidos a intermediarios que los vendían en los municipios de
Masaya y Granada, para la fabricación de muebles que se exportaban hacia mercados externos
como el de Estados Unidos (Robles, Oliveira y Villalobos, 2000).
El siguiente material, tiene como objetivo describir cuatro experiencias de comercialización
de productos forestales no madereros en tres comunidades del municipio de San Carlos. El
documento se ha estructurado en tres partes. En la primera se conceptualiza a los productos
forestales no maderos. Luego, se hace una descripción de la localización de las comunidades de
interés, así como de su situación económica, social y ambiental. Y en la última parte, se presenta
una descripción de las experiencias
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